jueves, 22 de octubre de 2009

OPINIÓN


Pablo Moya/Coordinador Mirada al Mundo



Pobreza y DD.HH.



Mientras el mundo se rija por intereses económicos, la cruel discriminación, la explotación y la perenne desigualdad seguirán siendo negocio para la cima de la pirámide capitalista. Y si para que estos individuos con anillo de oro y puro sigan disfrutando de sus privilegios, es necesario violar los derechos humanos y pisotear al prójimo, pues que así sea. Hasta que no se produzca un cambio radical de conciencia y del módelo político y económico mundial, los derechos humanos no se respetaran ni servirán de freno para los estados especuladores y las multinacionales.


P. Moya



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Extraido de Derechos humanos y pobreza. Como salir de la pobreza


Stephen C. Smith y Toni Castleman



Hace algunos años, el Banco Mundial llevó a cabo un estudio titulado Voices of the Poor, para el que entrevistaron a veinte mil personas pobres de todo el mundo. Una de sus conclusiones más asombrosas es que la gente pobre a menudo menciona su sensación de impotencia y falta de derechos, es decir, que son conscientes de que su situación económica está relacionada con la falta o la no adecuada aplicación de la legalidad, en definitiva de la inexistencia de los derechos humanos.


La solución para muchos pobres entrevistados es ser propietarios de tierra suficiente para ganarse la vida, y tenerla en condiciones seguras. Esta falta de seguridad es un enorme problema en la región del sur de Asia, densamente poblada, así como en América Latina y África.


Como dice un nigeriano entrevistado para el estudio Voices of the Poor : “Todos nuestros problemas se derivan de la falta de tierras”.


Aquí nos podemos percatar de que aún ignorando todo lo que supone la globalización , la explotación de las materias primas en África y el desigual reparto de los recursos del planeta, los propios afectados por la pobreza reclaman un derecho fundamental recogido por la O.N.U.


Otro estudio de las Naciones Unidas concluyó que por lo menos quinientos millones de personas, o cien millones de hogares, viven de la explotación de tierras agrícolas que no son de su propiedad, porque son jornaleros, aparceros o arrendatarios. La Declaración de las Naciones Unidas establece que el derecho a la propiedad y a un nivel de vida adecuado son derechos humanos.


En Bangladesh, la capacidad de las mujeres para responder con energía a las violaciones de los derechos humanos, tales como agresiones con ácido u otras formas de violencia intrafamiliar, es limitada porque no conocen sus derechos y carecen de asistencia legal.

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