miércoles, 28 de octubre de 2009

OPINIÓN: ¿Un colonialismo inacabado? Un buen negocio

Pablo Moya/ Coordinador Mirada al Mundo




¿Un colonialismo inacabado? Un buen negocio

El proceso de descolonización trajo de la mano la independencia de muchos estados que, como bien es sabido, estaban subyugados al dominio político de otros países de mayor relieve internacional. La independencia otorgada parecía ser la cesión de competencias necesarias para que los países subdesarrollados adquirieran los mecanismos adecuados para su prosperidad en diferentes ámbitos: social, económico, político y tecnológico. Una vez con la independencia en sus manos, y banderas nuevas ondeando en sus plazas, estos países iban a asistir a un amargo intento de sumarse a la igualdad internacional, viendo una y otra vez como el pozo era demasiado hondo para salir y más aún cuando los antiguos propietarios sacaban toda el agua delante de sus narices.

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Es evidente la explotación que han sufrido los estados descolonizados no es fruto de la incompetencia de éstos para su autogobierno y regulación, sino que se han visto limitados por las reglas del juego internacional de la creciente globalización. Los territorios ocupados contaban con unas riquezas inconmensurables en materias primas, petróleo y yacimientos de minerales, que las potencias que antes tenían su responsabilidad política iban a tratar explotar. Así es como el cuento de hadas que esperaban vivir muchos países africanos en el siglo XX se tornó en un escalón económico que casi ninguno de ellos a conseguido superar.

La implantación de sistemas económicos de intercambio desigual, siempre a favor del país colonizado, continuó temporalmente después del proceso descolonizador, observándose que como consecuencia de esta desigualdad, muchos movimientos nacionalistas surgieron en África para manifestar su repulsa a la supremacía económica del hombre blanco en sus tierras. Guerras, genocidios y crímenes contra la humanidad han sido propiciados por esto a los que algunos expertos llaman “neocolonialismo”,que no es cosa distinta de la perenne explotación de las riquezas de los países subdesarrollados por parte de sus antiguos “dueños”. La República Democrática del Congo y Sierra Leona son claros y muy recientes ejemplos de los conflictos sucedidos en África como consecuencia de la irregularidad en la explotación de los recursos naturales. Los gigantes económicos fomentaban la lucha para así tener ha ambos bandos a su merced, porque en el continente africano es donde más cierta se hace cierta la frase de que el dinero es el único dios(con minúsculas) verdadero.

Advertimos pues que la descolonización al fin y al cabo , aunque tintada de compromiso y solidaridad, no fue más que otra coyuntura para los países de la élite mundial para sacar tajada de los desfavorecidos una vez más. La globalización, las empresas multinacionales, las organizaciones de naciones; ningún elemento ha favorecido con claridad una descolonización limpia y eficaz, sino más bien parece que con empeño, todos los actores principales de la económica mundial se han propuesto exprimir hasta secar las tierras lejanas de las antiguas colonias, para dejarlas solo con un sol bajo el que vivir.

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